Muertes Muy Poco Naturales
por titanio07
IPara empezar, una cadena de muertes bizarras que, por su impactante efecto dominó, fue tema de conversación durante semanas. Algunos la recordarán, sucedió en Buenos Aires, en 1988.
Una familia de apellido Montoya, que vivía en un piso trece del barrio de Caballito, se había ido de vacaciones dejando en el departamento a su pequeño perrito. Un amable vecino se encargaba de darle de comer todos los días. Sin embargo, el perro tuvo la mala idea de salir al balcón, donde perdió el equilibrio y cayó. Una mujer de 75 años, recibió el impacto perruno y murió en el acto, concentrando un grupo de gente que, como sucede en esos casos, corre hacia el lugar, entre gritos y pedidos de auxilio.
Una de esas personas fue Edith Solá de 46 años, quien cruzó la avenida sin cuidado y fue atropellada por un colectivo. La mujer murió instantáneamente, pero como no hay dos sin tres (sin contar al perro, claro) un anciano, al ver el horrible espectáculo, sufrió un ataque cardíaco falleciendo camino al hospital.
Uno de los testigos entrevistados remató el hecho con una frase memorable: “parecía un atentado, había cadáveres por todos lados!".
II
El siguiente episodio ocurrió en la ciudad de New Orleans en 1992. Más de 100 guardavidas se habían reunido para celebrar el fin de la temporada de verano. Además de la fiesta, ya clásica, se festejaba el hecho de que por primera vez en la historia, ese año, no había habido ningún accidente fatal en las aguas. Todas las personas que habían estado en peligro fueron rescatadas sin problemas.
Los muchachos habían conseguido una casa enorme con un amplio salón, muchos metros de parque y con... una pileta. ¿Se van imaginando que fue lo que pasó?
Exacto! Durante la celebración, uno de los invitados cayo al agua, presumiblemente borracho y sin que nadie lo notara, se ahogó.
Si ya ahogarse en una pileta tiene algo de ridículo, se podría decir que ahogarse en una pileta en el medio de una fiesta, es el doble de ridículo.
Ahora bien, ahogarse en una pileta en una fiesta rodeado por cien guardavidas... es, bueno, en fin, me quedé sin palabras.
III
Yusuf Ishmaeld fue un gigantesco luchador turco que llegó a fines del siglo XIX a los Estados Unidos para realizar una serie de combates. Mal no le fue. Venció al campeón de lucha Evan Lewis y, también, al campeón de lucha grecorromana Ernest Roeber.
Yusuf, tenía la costumbre de convertir todo el dinero ganado en monedas de oro, las cuales guardaba en un cinturón de enormes proporciones que llevaba siempre puesto.
De regreso a su país, apenas a unos metros de la costa, el barco en el que viajaba colicionó con un buque inglés en aguas del Atlántico norte. Ante el inminente hundimiento, todos los pasajeros debieron saltar por la borda y nadar hasta los botes de rescate.
El luchador turco también lo hizo, pero el peso de su cinturón le impedía mantenerse a flote. A pesar de saber que si no lo soltaba moriría ahogado, Yusuf prefirió irse con su preciosa carga al fondo del mar.
IV
Existe más de una crónica de gente que murió de risa, literalmente.
Por lo general, se conocen casos sucedidos hace mucho tiempo; sobre todo, en la antigua Grecia.
Calcas, por ejemplo, que vivió en el siglo XIII a.C., es un caso paradicmático.
Mientras plantaba unas viñas en su propiedad, un vecino le profetizó que no viviría lo suficiente como para beber el vino de aquellas uvas.
Tiempo después, con las frutas maduras, Calcas invita al adivino a verlo tomar un poco de vino. Al levantar la copa, el vecino repitió sus dichos y esto le provocó tal ataque de risa descontrolada, que murió luego de permanecer varios minutos sin poder respirar.
Otro caso más cercano en el tiempo, cuenta la tragicómica historia de Lady Fitzherbert, una viuda inglesa que asistió al teatro a ver una comedia.
Una de las bromas le resultó tan graciosa, que empezó a reír sin poder parar comenzando a llamar la atención de los demás espectadores, que preocupados, la retiraron de la sala. La señora fue trasladada a su casa, mientras su risa continuaba sin interrupciones. Al día siguiente, la visitó su medico personal, que tuvo problemas para ascultarla porque se movía todo el tiempo debido a las carcajadas. Finalmente, luego de dos días, bajo la incrédula mirada de sus sirvientes, Lady Fitzherbert dejo de reír. Estaba muerta.
V
En varias oportunidades, se ha acusado a personajes como Superman o Spiderman de provocar conductas imitativas en niños, que intentan emular a sus ídolos saltando desde ventanas con trágicos resultados.
Sin embargo, mucho tiempo antes que dichos superhéroes fuesen creados, más precisamente en 1912, un sastre de nombre Reichelt, austríaco, residente de París, hizo un anuncio extraordinario. Declaró haber confeccionado una capa mágica que le permitiría volar como un murciélago.
Para demostrar sus afirmaciones, pidió permiso a los propietarios de la torre Eiffel, dado que necesitaba un lugar muy alto para lanzarse y luego sobrevolar la ciudad. Las autoridades, para sacárselo de encima le exigieron un permiso especial de la policía. Pero increíblemente, la autorización le fue otorgada.
El 23 de febrero, junto a un grupo de fotógrafos y curiosos, el sastre se colocó su capa con parsimonia y desde lo mas alto de la torre, convencido de sus afirmaciones, miró con calma el cielo y se lanzó al vacío.
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